15 de junio de 2006

Desde las Sombras, Cap. II

Segundo Capítulo, enjoy :

Aquellas anotaciones eran testigos de la peor atrocidad que el hombre pudo conocer jamás. Allí, en esas manchas de tinta que llamamos letras, se encontraban las ideas mercedoras del castigo eterno. Ideas que merecían la oscuridad y el olvido al que se veían condenadas.
El rechinar sonó nuevamente en la habitación. Todos los años que pasaron habían surtido efecto: el hombre se encontraba envejecido, y la mujer... ya no se encontraba. Aquella muerte resonó en el alma del doctor como el chirrido de la puerta en las paredes de la habitación.
El tiempo no solo había pasado para los seres vivos. Las paredes se descascaraban y una ya no tenía pintura. Las ratas se podrían bajo el escritorio roto que ellas mismas habían roido. Los papeles estaban desperdigados por doquier, masticados por la peste y hechos polvo por Aquél que pasa constantemente. El tiempo.
El viejo doctor miró a su alrededor. ¡Cómo había cambiado todo! La vela estaba tirada en el suelo. La levantó y la prendió: comenzaba a anochecer.
Al igual que la habitación, el doctor había cambiado. Él, aunque débil de carne, había mejorado intelectualmente.
Dicen que dos cabezas piensan mejor que una, pero al doctor le parecía que la frase era incorrecta. "Dos MENTES piensan mejor que una" se decía. ¿De que sirve un cráneo, una cara o un cerebro (que es lo mismo que decir una cabeza) si no se tiene una mente, un intelecto bien formado?
"Dos mentes piensan mejor que una". Ésa frase quedó demostrada cuando se escapó del manicomnio.
"¡Locos! ¡Nosotros!" se decía frecuentemente. Cuando la mujer que lo acompañaba murió durante una persecución surgió Ab, un ser de inteligencia fascinante. Ahora el doctor era un genio absoluto, o mejor dicho, dos genios. Pero no eran locos, nunca locos.
"Incomprendidos" se decían.
Ab miró a una rata que, desesperada por comida, practicaba el canibalismo. El doctor miró el putrefacto festín. Panza arriba, sus intestinos colgaban a los lados.
-¡INCOMPRENDIDO!- gritó. Se arrojó sobre la rata viva, la apartó de un golpe y mordisqueó la carroña, hasta dejar solo huesos y cabeza.
Miró la cabeza del cadaver y dijo "Sara". La besó. Luego la arrojó a un lado y Ab dijo "sólo mentes, no cabezas".
Apagó la vela y se tiró a dormir sobre el escritorio.

11 de junio de 2006

Desde las Sombras

Bueno, después de tanto tiempo escribí una novela corta (bah, dependiendo de cuanto me dure la inspiración). Acá pongo el primer capítulo, ya escribí otro más, lo tengo que pasar. Espero que no sean los últimos (tiendo a hacer eso) .

Desde las Sombras
I.

En la oscura habitación sólo se encontraba un hombre, que meditaba apoyado sobre su escritorio. Estaba iluminado por una vela, que estaba frente a él. La débil luz bañaba su rostro, marcando arrugas y cicatrices.
Sobre el escritorio había montones de papeles y anotaciones. El tintero se había volcado, derramando sobre éstas la tinta negra, que parecía una porción de sombra que sobrevivía ante la vela.
Y se escuchó un rechinar que no alteró los pensamientos del hombre. Él ya lo esperaba, ya SABÍA que eso iba a pasar. Una mujer entró por la puerta.
-¿Qué está sucediendo doctor?- preguntó alarmada.
-Lo descubrieron. Nuestro secreto- respondió él.
Ambos salieron de la habitación y una brisa apagó la llama. Solo quedó el silencio.